¡Salud,dulce golondrina,
allá en el suelo africano
bella, errante peregrina;
salud, perenne vecina
del ardoroso canto verano;
Tu cántiga placentera
llevaste a lejanos mares;
la atrevida, la parlera,
bien llegada a estos lugares,
amorosa compañera!
Bien llegada al suelo amigo,
do no errante ni perdida,
te dará a la par conmigo
un mismo techo el abrigo
en blando nido nacida.
Vuelve, amiga, descuidada,
a este recinto sereno
que te guardo regalada;
¡Aun duran pluma y heno
los restos de tu morada!
Aqui tus amores fueron,
y aquí tu canción amante,
aquí tus hijos nacieron
y a tu arrullo se durmieron
bajo el ala palpitante;
Y aquí mi voz se mezclaba
a tu viva cantinela;
y aquí impaciente aguardaba,
esa vuelta que tardaba
de amor y recuerdos llena.
Y eres fiel y agradecida
y no te aguardará en vano,
que nunca fue desmentida
esa tu fe prometida
al ardoroso verano.
¡A cuántos ¡ay! golondrina,
que lealtad y fe cantaron
la ingratitud se avecina!
¿Cuántos con planta mezquina
sus juramentos hollaron?
Más no tú; fiel y graciosa,
cuando se allega el estío
vuelves tierna y amorosa
allá de playa arenosa
do te arrojo invierno frío.
No olvidaste, no, los dones
de este suelo bienhechor,
ni las fuentes ni la flor,
ni olvidaste los rincones
de tu asilo protector.
Volviste enamorada,
a este recinto sereno
que guardo regalada,
y aquí plumas y heno
formarás nueva morada.
Cantaremos, golondrina,
mis recuerdos y tu amor
mientras que el sol ilumina;
sin que entibie la neblina
ni sus luces, ni su ardor.
Carolina Coronado y Romero de Tejada
Almendralejo 1820 - Lisboa 1911
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