Abundancia, esplendor, generosidad, voluptuosidad.
Muñeca mecánica ideada por el Doctor Coppelius
Spanish dance
Coppelia
1870
Léo Delibes
Nureyev dijo: Coppelia puede ser infantil, pero no estúpida.
AND
The Sandman
E.T.A. Hoffmann
Paul Berry realizó el cortometraje "The Sandman"
DE NATANIEL A LOTARIO
«Aquellas noches, mi madre se ponía triste y, cuando el reloj daba las
nueve, nos decía "¡Niños, a la cama, a la cama, que viene el hombre de la arena!". Apenas pronunciaba estas palabras, oía yo en la escalera el ruido de unos pasos pesados: debería de ser el hombre de la arena.
"Oye, mamá, ¿quién es ese hombre de la arena, que siempre nos obliga a salir de la habitación de papá?"
"No hay hombre alguno de la arena, querido hijo —repuso mamá—; cuando digo que viene el hombre de la arena, únicamente quiero decir que tenéis sueño y que cerréis los ojos como si os hubieran echado arena."
«Dominado por la curiosidad,¡Ah, Thanelchen! —me contestó—. ¿No le conoces? Es un hombre muy malo, que viene en busca de los niños cuando se niegan a acostarse y les arroja puñados de arena a los ojos, los encierra en un saco y se los lleva a la luna para que sirvan de alimento a sus hijitos; éstos tienen, así como los mochuelos, picos ganchudos, y con ellos devoran los ojos de los niños que no son obedientes." »
Aquel ser terrible que tanto me espantaba es el viejo abogado Coppelius, que come algunas veces en casa.
«Cuando al fin vi a Coppelius me imaginé que este odioso personaje no podía ser otro sino el hombre de la arena, pero en vez de ser el de los cuentos infantiles, aquel espantajo que tenía niños en un nido en la luna... ¡no!, veía en él algo de satánico e infernal, que debía atraer sobre nosotros alguna terrible desgracia. »
¡Ojos, ojos! —gritó Coppelius con voz ronca. »No pude oír más, mi emoción fue tan fuerte que, perdido el conocimiento, caí en tierra. Coppelius, precipitándose sobre mí, me agarró, rechinando los dientes, y me suspendió sobre la llama del crisol, que comenzaba a quemarme el cabello. »
—¡Ah! —gritó—. ¡He aquí los ojos, y ojos de un niño! »
Al decir esto sacó del hornillo carbones encendidos y fue a ponerlos sobre mis párpados. Mi padre, suplicante, gritaba: "¡Maestro, maestro! ¡Dejadle a mi Nataniel los ojos..., dejádselos!"
Coppelius se rió sardónicamente y dijo: "Bueno, que conserve el chico los ojos, y buen trabajo tiene con lloriquear en este mundo. ¡Pero, por lo menos, quiero ver el mecanismo de sus manos y de sus pies!"
»No volvimos a ver a Coppelius en mucho tiempo.
Pero cierta noche
Es Coppelius —dijo mi madre palideciendo. »—
¡Sí!, es Coppelius —repuso mi padre con voz débil y temblorosa. A mi madre se le saltaron las lágrimas: »—Pero, ¡padre, padre! —exclamó—, ¿por qué tiene que ser así? »—Es la última vez —repuso mi padre—, es la última vez que vendrá, te lo prometo. ¡Vete, acuesta a los niños!... ¡Vete... a acostar! Buenas noches. »
La criada grita: "¡Mi amo! ¡Ah, mi amo!". «Delante de la chimenea se halla tendido el cadáver de mi padre, ennegrecido y mutilado de una manera espantosa.¡Coppelius, Coppelius —exclamé yo—, has matado a mi padre!"
Enter Sandman
Metallica
DE CLARA A NATANIEL
La historia me ha impresionado mucho .¡Ah, mi querido Nataniel, qué horribles cosas te han sucedido en la vida! «Precisamente iba a decirte que todo lo terrorífico y las cosas espantosas de que hablas tienen lugar en tu imaginación, y que la realidad no interviene en nada. Es cierto, según dice Lotario, que el oscuro poder físico hace que en algunos momentos nuestra imaginación finja fantasmas engañosos, cuyo aspecto nos parezca realmente amenazador, pero estos fantasmas no son otra cosa sino pensamientos que nos influyen de tal modo que nos arrojan al Infierno o nos llevan al Cielo.. No le temo, ni tengo miedo de sus garras, ni como abogado ni como hombre de la arena podrá estropearme los ojos. Siempre, tuya, mi amado Nataniel, etc., etc..»
DE NATANIEL A LOTARIO
Y ahora, por más que tu hermana y tú creáis que tengo la cabeza vacía, os diré que no puedo borrar de mi mente la impresión que hace en mí el maldito rostro de Coppelius. Me alegro que se haya marchado de la ciudad, según me dice Spalanzani. Este profesor es un personaje muy estrafalario.Recientemente fui a su casa a ver algunos experimentos; al pasar por el vestíbulo observo que la cortina verde de una puerta vidriera no esta corrida como de costumbre; me acerco maquinalmente, impulsado por la curiosidad. Veo a una mujer esbelta y bien proporcionada, muy bien vestida, sentada en el centro de la habitación, apoyados sus brazos sobre una mesita, con las manos juntas; como está de cara a la puerta mis ojos se encuentran con los suyos, y observo, poseído de asombro, a la vez que de temor, que sus pupilas carecen de mirada, mejor dicho, que aquella mujer duerme con los ojos abiertos. Me siento desconcertado, me deslizo por la sala donde un inmenso auditorio espera las lecciones del profesor. Luego, me entero de que la mujer que he visto es Olimpia, hija de Spalanzani, que la tiene secuestrada en su casa y no quiere que nadie se acerque a ella... Quizá la explicación es que ella sea necia o algo por el estilo... ¿Dirás que por qué te escribo todo esto?. Volveré a ver a mi querida Clara, mi dulce ángel, que después de aquella carta fatal calmará mis inquietudes. Por eso no le escribo hoy. Mil saludos, etc., etc..»
Swanilda
El profesor de poesía y retórica tomó una dosis de rapé, estornudó y dijo gravemente: «Honorables damas y caballeros, ¿no se dan cuenta de cuál es el quid del asunto? ¡Todo es una alegoría... una absoluta metáfora!... ¡Ya me entienden!... Sapienti sat!».
Pero muchos señores respetables no se conformaron con esto; la historia del autómata había echado raíces y ahora desconfiaban hasta de las figuras vivas. Y para convencerse enteramente de que no amaban a ninguna muñeca de madera, muchos amantes exigían a la amada que no bailase ni cantase a compás, y que se detuviese al leer, que tejiera, que jugase con el perrito, etc., y sobre todo que no se limitase a oír, sino que también hablase y que en su hablar se evidenciase el pensamiento y la sensibilidad. Los lazos amorosos se estrecharían más, pues de otro modo se desataban fácilmente. «Esto no puede seguir así», decían todos. En los tés, ahora se bostezaba para evitar sospechas.
***
The Sandman
E.T.A. Hoffmann
The Voice Of Midnight, Professor Caligari
The Residents
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