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Me dirigí a la parte más remota y silvestre del bosque, donde me encontré con aquel árbol singular de ramas medio resecas, medio verdes, y follaje pintoresco, para retratarlo fielmente en mi cuaderno de pintura. Ya había preparado la carpeta y afilado el lápiz y colocado en la postura apropiada para dibujar, cuando un magnífico coche atravesó crujiendo el espeso matorral. Los caballos se abrían camino paso a paso, con esfuerzo, a través de la salvaje maleza y, en efecto, parecía una idea extravagante de los viajeros querer atravesar campo a través aquel bosque surcado por cien agradables caminos.
Finalmente, cuando los caballos parecían no poder avanzar ni retroceder, el coche se detuvo —se abrió la portezuela y descendió de él un hombre joven, pulcramente vestido de negro, a quien reconocí, al salir de la espesa maleza, como al joven doctor O…
Miró atentamente a su alrededor y daba la impresión de querer convencerse de que no hubiese nadie en las cercanías. Me pareció como si su ser tuviese algo especialmente temeroso, como si su mirada fuese extraña, trastornada e inestable. Ahora me avergüenzo de mi necedad; el inquietante estremecimiento de un crimen cualquiera, del que en aquel momento consideré capaz al buen e inofensivo doctor O…, me invadió, y me figuré con orgullo deslizándome aquí bajo los frondosos árboles, junto con mi libro de dibujo lleno de esbozos fallidos, como la Némesis vengadora se desliza en la oscuridad.
E. T. A. Hoffmann
1776-1822
Dindirindin - Anònim
Ramon Llull, temps de conquestes, de diàleg i desconhort
Jordi S’Avall
Thérapeutique
J’ai lu, je ne sais où, la légende amoureuse
De Raymond Lulle : on dit qu’un jour il rencontra
Une femme fort belle, et l’amour pénétra
Dans son cœur calme, et vint troubler sa vie heureuse.
Il quitta, comme Faust, la route ténébreuse
De l’austère science, et son amour dura
Jusqu’au jour où l’objet qu’il aimait lui montra
Son sein, que dévorait une lèpre hideuse.
Miroirs de volupté, beaux lacs aux flots d’azur
Où se cache toujours quelque reptile impur,
Anges d’illusion, démons au corps de femmes,
Sirènes et Circés, qu’il est triste le jour
Où, pour guérir nos cœurs du poison de l’amour,
Vous nous montrez à nu la lèpre de vos âmes !
Recueil : "Rêveries d’un païen mystique"
Louis MÉNARD
1822-1901
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Espalda femenina
Julius Schnorr von Carolsfeld
1794 –1872
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