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PRÓLOGO EPÍLOGICO

Foto del escritor: デイジーデイジー

El médico me manda a no escribir más. Renuncio,

pues, a ser un Verlaine, un Musset, un D’ Annunzio

—¡no que no!—, por la paz de un reposo perfecto,

contento de haber sido el vate predilecto

de algunas damas y de no pocos galanes,

que hallaron en mis versos —Ineses y Donjuanes—

la novedad de ciertas amables languideces

y la ágil propulsión de la vida, otras veces,

hacia el amor de la Belleza, sobre todo,

alegre, y ni moral ni inmoral, a mi modo.

Tal me dicen que fui para ellos. Y tal

debí de ser. Nosotros nos conocemos mal

los artistas… Sabemos tan poco de nosotros,

que lo mejor tal vez nos lo dicen los otros…



La visita de Alfonso XIII a Las Hurdes

'Le Petit Journal' 1922


Ello es que se acabó… ¿Por siempre?... ¿Por ahora?...

En nuestra buena tierra, la pobre Musa llora

por los rincones, como una antigua querida

abandonada, y ojerosa y mal ceñida,

rodeada de cosas feas y de tristeza

que hacen huir la rima y el ritmo y la belleza.

En un pobre país viejo y semisalvaje,

mal de alma y de cuerpo y de facha y de traje,

lleno de un egoísmo antiartístico y pobre

—los más ricos apilan Himalayas de cobre,

y entre tanto cacique tremendo, ¡qué demonio!,

no se ha visto un Mecenas, un Lúculo, un Petronio—,

no vive el Arte… O, mejor dicho, el Arte,

mendigo, emigra con la música a otra aparte


Lejos de los árboles

1972


Luego, la juventud que se va, que se ha ido,

harta de ver venir lo que, al fin, no ha venido.

La gloria, que, tocada, es nada, disipada…

Y el Amor, que, después de serlo todo, es nada.

¡Oh, la célebre lucha con la dulce enemiga!



La mujer —ideal y animal—, la que obliga

—gata y ángel— a ser feroz y tierno, a ser

eso tremendo y frívolo que quiere la mujer…

Pecadora, traidora y santa y heroína,

que ama las nubes, y el dolor, y la cocina.

Buena, peor, sencilla y loca e inquietante,

tan significativa, tan insignificante…

En mí, hasta no adorarla la indignación no llega;

y, al hablar del juguete que con nosotros juega,

lo hago sin gran rencor, que, al cabo, es la mujer

el único enemigo que no quiere vencer A mí no me fue mal. Amé y me amaron. Digo…

Ellas fueron piadosas y espléndidas conmigo,

que les pedí hermosura, nada más, y ternura,

y en sus senos divinos me embriagué de hermosura…

Sabiendo, por los padres del Concilio de Trento,

lo que hay en ellas de alma, me he dado por contento.



La mecha de mi frente va siendo gris. Y aunque esto

me da cierta elegancia suave, por supuesto,

no soy, como fui antes, caballero esforzado

y en el campo de plumas de Amor el gran soldado Resumen: que razono mi “adiós”, se me figura,

por quitarle a la sola palabra su amargura;

porque España no puede mantener sus artistas,

porque ya no soy joven, aunque aún pasó revistas,

y porque —ya lo dice el doctor—, porque, en suma,

es mi sangre la que destila por mi pluma.


Manuel Machado

1874 - 1947



Naturaleza muerta 1922

Pablo Picasso


BARAJA


Sobre las mesas echo las cartas de la baraja:

Los amores de cartón y las espadas,

Los diamantes rojos de oro falso,

El trébol que amenaza.

Junto y separo damas y caballos.

Mientras los reyes andan pasmados en la farsa.

Y cuando cuento los puntos de la derrota,

Me sale de allí riendo, como perdido,

En la figura del bufón mi retrato.


José Saramago

1922 - 2010



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