Quizá tan sólo fuera el día
de la lluvia PRIMAVERAL:
por las cloacas navegan barcos,
sus velas son el periódico de ayer
llamado el mundo.
Los carniceros irán pronto a descansar
y dormirá la ciudad, triste y saciada.
Alguien observó la tierra agrietarse,
absorbiendo un poco de futuro.
Felizmente, la grieta no es profunda
y aún se puede remendar.
Vamos a otro sitio, dices,
donde los monjes entonan
sus plúmbeos cantos.
Por desgracia en el barrio árabe
una nube bicefalia como una águila
imperial nos impide el paso.
Y vacilaciones de dos cabezas,
esbeltas como antílopes, son
una barricada en la calle húmeda.
Señor, ¿por qué moriste?
Adam Zagajewski
1945
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